
La variedad de utensilios de cocina a disposición del chef doméstico se ha multiplicado en los últimos años, pero hay ciertos aparatos que ya son imprescindibles. La batidora es sin duda un electrodoméstico esencial que usamos a diario, por eso parece mentira que apenas tenga poco más de un siglo de vida. ¿Cómo cocinaban nuestros antepasados sin batidora?
Lo cierto es que la invención de la batidora fue toda una revolución que cambiaría para siempre la forma de cocinar, tanto en los restaurantes como los hogares. Hoy disfrutamos de batidoras de vaso de última tecnología con funciones avanzadas, pero el camino ha sido largo. Te invitamos a recorrer con nosotros la historia de la batidora para descubrir todos los secretos de este básico de la cocina.
Las varillas manuales, el primer paso

Aunque podemos pensar que la cocina en los primeros siglos de nuestra historia era primitiva, sabemos que los antiguos romanos disfrutaban de la buena mesa. Ya en la Edad Media el pueblo llano no podía permitirse grandes lujos, pero las clases altas sí se rodeaban de buenos cocineros para degustar platos más o menos refinados.
Claro, que la tecnología estaba aún en pañales y los primeros utensilios eran básicos y de materiales poco prácticos como la madera o el barro. Las manos eran la mejor herramienta para triturar, mezclar y batir, con la ayuda de grandes cucharones o del mortero, hasta la llegada de las varillas simples manuales en la cocina francesa del siglo XIX.
Con el impulso de la Revolución Industrial y en plena fiebre de las patentes, también la cocina se fue modernizando. Tareas como batir huevos o montar la nata eran extremadamente pesadas y repetitivas, por lo que muchos inventores diseñaron mecanismos para facilitar el trabajo. Así nació el batidor de varillas a manivela.

En 1856 el americano Ralph Collier patentó el primer mecanismo batidor con partes rotatorias, y en los años siguientes se sucedieron las imitaciones. Se considera clave la patente de 1884 de Willis Johnson con su diseño de un batidor mejorado. Estaba pensado para batir y mezclar huevos y otras masas mediante la acción de una manivela manual que movía dos varillas metálicas en direcciones opuestas.
Fue todo un éxito, y es que el trabajo de los panaderos, pasteleros y chefs se había vuelto mucho más sencillo. Era solo el primer paso hacia el futuro, y el siguiente no tardaría en llegar.
Las primeras batidoras eléctricas
La batidora de manivela fue un gran salto, pero todavía necesitaba la fuerza humana para funcionar. Durante las décadas siguientes muchas compañías compraron y adaptaron patentes desarrollando sus propios modelos, primero para el mundo profesional. Con todo, aún faltaba por incorporar la electricidad.

Ya en 1885 el también americano Rufus Eastman presentó la patente de un batidor que podía conectarse a un motor eléctrico, y no fue el único. Con pequeñas variaciones, otros modelos se incorporaron a la industria. Pero ya no solo interesaba batir; ahora los ingenieros buscaban también formas de triturar, moler y emulsionar mecánicamente.
Así fue como en 1922 Stephen Poplawski creó la primera batidora de vaso, blender en inglés americano o liquidiser en inglés británico. Poplawski era propietario de una compañía eléctrica y llevaba tiempo desarrollando mezcladores de bebidas para otras empresas, hasta que dio con un diseño totalmente nuevo pensado inicialmente para elaborar batidos malteados y refrescos.
Su idea fue tan simple como revolucionaria: incorporar cuchillas al fondo de un gran recipiente con forma de vaso, movidas por un motor eléctrico. Poco después se patentó un diseño que supuestamente podía triturar frutas y verduras, y en 1933 Peter Osius creó su propio diseño, que fue el origen de una de las marcas de batidoras más populares en Estados Unidos.
De cómo un famoso cantante popularizó los batidos

Que la batidora de vaso llegara a todos los hogares fue gracias a Fred Waring, un conocido cantante y presentador de televisión al que siempre le interesó la tecnología. Empezó colaborando con el ya mencionado Peter Osius pero terminó rediseñando la batidora para lanzar su propio modelo, el Waring Blendor, capaz de triturar frutas, verduras y hortalizas.
Waring se convirtió en el embajador de los smoothies y batidos saludables y promocionó su máquina y sus recetas por todo el país en todo tipo de actos públicos. Prometía que la batidora iba a revolucionar las bebidas de América, y así lo hizo.
Hacia 1950 casi todos los hogares americanos tenían su batidora de vaso y los batidos se habían convertido en una seña de la identidad cultural estadounidense. No tardaría en extenderse por todo el mundo, usada también a nivel industrial, hospitales y en los trabajos de laboratorio
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